Pasamos gran parte de nuestra vida preocupándonos
- hace 4 días
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El ser humano tiene la costumbre de vivir adelantado al tiempo, cargando preocupaciones que todavía no existen. Pensamos una y otra vez en lo que podría salir mal, en palabras que aún no se han dicho y en situaciones que quizá nunca llegarán. Se calcula que casi el 90 % de aquello que nos preocupa no ocurre, pero aun así le entregamos nuestra paz, nuestro descanso y nuestro presente. De esta forma, sufrimos sin motivo y agotamos nuestra energía en batallas imaginarias.
La mente, cuando no se controla, se convierte en una fábrica de miedos. Exagera los problemas, crea escenarios catastróficos y nos convence de que debemos estar preparados para todo. Sin embargo, la vida no sigue planes rígidos. Mientras nos preocupamos por el futuro, olvidamos vivir el ahora: no disfrutamos una conversación, no apreciamos un momento sencillo y no valoramos lo que ya tenemos. El presente se nos escapa mientras estamos ocupados temiendo lo que tal vez nunca suceda.
Lo más irónico es que, cuando algo realmente ocurre, suele ser distinto a lo que imaginamos. Y muchas veces, aquello que sí pasa nos toma por sorpresa, porque no estaba dentro de nuestros pensamientos repetitivos. Aun así, casi siempre encontramos la manera de enfrentarlo. Esto demuestra que somos más fuertes y capaces de lo que creemos, y que no necesitamos cargar con preocupaciones anticipadas para poder responder a la vida.
Aprender a soltar la preocupación excesiva no significa ignorar los problemas, sino confiar más en el proceso y en nosotros mismos. Significa aceptar que no todo está bajo nuestro control y que preocuparse no evita lo malo, solo roba lo bueno. Vivir con menos miedo y más presencia nos permite disfrutar más, sufrir menos y entender que la vida se vive una sola vez, aquí y ahora.



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